Tenía la idea de que Milán era una ciudad un tanto gris -alguien me lo había comentado- pero durante nuestra estancia no fue así: el Duomo resplandecía ante un impecable cielo azul, el Naviglio Grande era una fiesta multicolor con su Feria de las Flores, lámparas de diferentes tonalidades animaban la Via Monte Napoleone... Un gusto.
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